El intercambio de datos es clave para una revolución médica impulsada por la IA

No es frecuente que uno presencie un avance transformador en medicina. Pero la aplicación de inteligencia artificial (IA) para mejorar la detección temprana de la enfermedad es exactamente eso.

Fui coautor del artículo publicado recientemente en Nature que muestra que un sistema de IA desarrollado por Google era mejor para detectar tumores de mama que los médicos. Ahora, los investigadores en los EE.UU. han informado que los escáneres láser apoyados por IA son más rápidos que los médicos en la detección de tumores cerebrales. Estos son desarrollos muy emocionantes que, en última instancia, tendrán un gran impacto en la precisión, la logística y la velocidad del diagnóstico.

Hay una multitud de proyectos similares en marcha que emplean inteligencia artificial en la detección temprana de degeneración macular, insuficiencia renal aguda, cáncer de piel, sepsis, enfermedad de Alzheimer y depresión, entre otros. El cuidado de la

salud proporciona un territorio especialmente fértil para estos avances debido al gran volumen y complejidad del conocimiento médico. Ningún médico, por inteligente que sea, puede esperar dominarlo. El objetivo no es reemplazar al médico (aún, al menos) sino mejorar su experiencia médica.

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Salvar vidas y costos

Además de acelerar el diagnóstico y hacerlo más preciso, se podrían obtener ahorros potenciales de alrededor de US$400 mil millones en el sector de la salud de Estados Unidos solo a partir de estos desarrollos, según algunas estimaciones.

Para lograrlo, sin embargo, los científicos necesitan acceso a los datos. Los datos son tan vitales para la inteligencia artificial como el carbón para los ferrocarriles y el petróleo para el automóvil. Para cumplir con la promesa de la IA en el cuidado de la salud, los datos médicos tendrán que ser tratados tan valiosos para nuestra salud como el agua potable, dice Etta Pisano, directora de investigación del American College of Radiology, en un comentario publicado junto a nuestro artículo en Nature.

Cuando los datos médicos son preciosos como el agua. Sebra/Shutterstock

Es una imagen llamativa: nuestros registros médicos globales pueden ser tan vitales para nuestra salud como el agua que bebemos y el aire que respiramos. Y así como tratamos de proteger nuestro agua potable de la contaminación y nuestro aire de la contaminación, debemos proteger nuestros registros de abusos. Sé, como investigador, que el riesgo es real cuando se trata de mantener los registros confidenciales de los pacientes. Y, como paciente, sé que la seguridad de nuestros datos es primordial.

Para nuestra investigación sobre la IA en la detección del cáncer de mama, estudiamos más de 29.000 mamografías de mujeres en el Reino Unido y los Estados Unidos. Todos los registros fueron anonimizados y no se pudo identificar a ninguna mujer, un procedimiento estándar para proteger la confidencialidad del paciente. Pero la investigación no podría haber avanzado sin acceso a estos datos vitales.

Tenemos que demostrar por qué el intercambio de datos es un beneficio social si queremos generar el crecimiento que estas innovaciones podrían ofrecer. Existe un imperativo moral para mejorar la atención a los demás a través de la investigación. Sin embargo, el mayor desafío es idear un sistema de gobernanza de datos que proteja los intereses de los pacientes, proporcione acceso a los investigadores, distribuya los frutos del éxito de manera justa y gane la confianza del público.

Tal como se establece en su estrategia industrial de 2017, el gobierno del Reino Unido ha establecido un Consejo de Inteligencia Artificial para impulsar el crecimiento de la IA en el Reino Unido y su uso ético, y un Centro de Ética de Datos para establecer un régimen de gobernanza para las tecnologías basadas en datos. Se trata de un reconocimiento positivo de la importancia central de adoptar un enfoque ético para el desarrollo de estas tecnologías.

Pero tenemos que ir más lejos. La confianza pública exige más transparencia y la creación de incentivos para permitir el intercambio de datos, por ejemplo, dando al Servicio Nacional de Salud una parte de los beneficios comerciales que se obtengan con el uso de los datos del Servicio Nacional de Salud. También debe haber una carta de datos específicos sobre la salud, con reglas, normas y estándares claros, en la que se establezca lo que se puede hacer, lo que se debe hacer y lo que no se puede hacer. El gobierno debe ofrecer una garantía absoluta de que la información del paciente no será compartida fuera de los sistemas de salud, atención e investigación. Se debe exigir a los usuarios de los datos del NHS que prueben que los utilizan para mejorar la calidad, la seguridad y la eficiencia.

Existen enormes oportunidades en estas tecnologías para avanzar en la atención sanitaria, beneficiar a los sistemas de salud y mejorar las perspectivas de millones de pacientes. Sin embargo, a menos que establezcamos reglas claras desde el principio, corremos el riesgo de sacrificar la confianza pública, de renunciar a los beneficios clínicos vitales y de desperdiciar el potencial de las enormes cantidades de datos médicos que hemos acumulado décadas.

Este artículo es republicado de The Conversation por Ara Darzi, Directora del Institute of Global Health Innovation, Imperial College London bajo licencia Creative Commons. Lea el artículo original.

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